04 junio, 2008

29 de marzo de 1964

Domingo.-

Me levanté a las 9 horas, sintiéndome bien, llamé a Tamara por teléfono para ratificar la realización de un paseo y bajé a desayunar.

Tomé solamente una taza de té y jugo de uva, por si las dudas.

Fui al museo de Pushkin, en donde me encontré con Tamara y Larisa (su hija); tomamos una foto en la piscina al aire libre y nos dirigimos en el metro a una iglesia, para oír misa.

Nada más que es una iglesia ortodoxa, por lo tanto, el rito es diferente (voy a relatar más o menos cronológicamente esta visita):

Bajamos del metro y nos dirigimos a la iglesia; de pronto, un viejecillo de grandes botas y barba blanca, se acercó a nosotros pidiéndonos un kopek [por lo menos un pordiosero (éste que yo ví) hay en Moscú].

Después de preguntar a varias personas y de atravesar varias calles y un camellón completamente nevado en el cual estaban algunas personas jugando con sus niños (¡entre la nieve!), llegamos a la iglesia; nos introdujimos y pude observar que había numerosa concurrencia, compuesta en su mayor parte (aproximadamente el 90%) de mujeres, tanto ellas como los hombres, en su gran mayoría, de avanzada edad; varias mujeres jóvenes y algunos niños (supongo, aunque yo solamente vi uno).

Nos detuvimos casi en el centro de la "nave", junto a un espacio libre; cual no sería mi sorpresa, al ver que allí y sólo en la parte inferior de un ataúd, pusieron sobre una mesilla el cadáver de un viejo, cubierto desde los pies hasta el pecho, con flores (hecho tan curioso como antihigiénico). Entonces decidimos adentrarnos más aún, llegando a unos doce metros de una mampara que separa la nave del sitio donde se encuentra el coro y el altar, propiamente dicho, desde luego todo decorado con numerosos iconos enmarcados con oropel, vistosos candiles, velas, etc.

En ese momento empezó a cantar un sacerdote, al cual le respondía el coro (todo en ruso); después salieron hacia la "nave" varios sacerdotes, se volvieron, quedando de frente hacia el altar y empezaron a cantar, pero ahora les acompañaba toda la concurrencia; a cada copla que cantaban, les respondía el coro con otra.

La gente, toda de pie, guardaba gran devoción y respeto.

Después, claro está, pasaron con la charola de las limosnas.

Nos salimos de la iglesia y fuimos a visitar el cementerio adjunto, en el cual están enterrados muchos hombres famosos de la URSS: Maiakovski, entre los escritores, músicos, mariscales, pilotos, etc.

Después nos dirigimos a un almacén cercano para comprarle zapatos a Larisa, pero no le gustaron; entonces tomamos el metro y fuimos a otro almacén, pero tampoco le gustaron; volvimos a tomar el metro... y decidimos ir a comer al café Mempoxxxx; comimos (yo solamente jamón, jugo de uva y té) y mientras ellas se fueron a continuar la famosa búsqueda de zapatos, yo subí un rato a descansar. Llamé a Hura y quedé de verme mañana con ella a las 17 hrs.

Después me llamó Tamara y fui a encontrarme con ella junto al Yxxxx; ¡por fin habían comprado los zapatos para Larisa y además una bolsa-carrito para "el mandado".

Tomamos un taxi y nos dirigimos a su casa, en donde nos reunimos con el resto de la familia. Estuvimos charlando y después vimos la TV (la cenicienta, otra película muy interesante y un programa con los nuevos bailes de la URSS, además de canciones muy bien cantadas por cierto. Tomamos el té y yo regresé a mi hotel. Dormí muy bien.

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