Hoy ha sido un día extraordinario, el tiempo estuvo templado, sin viento, xxxxx (en ruso); además del clima, han venido por mi mis amigos Tamara y Borogr y me han llevado a dos museos magníficos:
El primero, "el paisaje" de la batalla librada contra Napoleón aquí en las afueras de Moscú; trataré de describir mis impresiones.
Llegamos en taxi a un edificio moderno, de dos alas, teniendo en el centro un cuerpo con forma de cilindro.
Yo me imaginaba que se trataría de un mirador, desde el cuál se podía admirar el escenario real de dicho combate, pero continuando más o menos cronológicamente, después de entrar con gran trabajo al edificio por la enorme cantidad de gente que esperaba fuera, dejamos nuestra indumentaria de abrigo en el guardarropas y guiados por Tamara nos dirigimos a una de las alas del edificio, en la cual se encuentra una pequeña galería de pintura, así ocmo algunos trofeos tomados a las tropas napoleónicas, tales como banderas, armas, etc; aquí se encuentran cuadros de indudable valor artístico, todos ellos alusivos a dicha batalla; de aquí y después de escuchar atentamente, aucnque sin comprender nada, a una de las guías (desde luego yo fui el que no comprendió), pasamos al cuerpo cilíndrico del edificio, en donde despúes de subir una pequeña escalera, nos encontramos con algo inusitado:
En el centro del cilindro se encuentra un pasillo circular, y rodeando a éste, un hermoso mural que remata en la parte superior de la cúpula, pero además de la magnífica calidad, buena técnica pictórica e iluminación completamente adecuada, está ambientado con un escenario plástico fabuloso: entre la barandilla del pasillo y el mural, se encuentra una parte del campo de batalla, con cañones destrozados "isbas" que dan la sensación de estar ardiendo todavía, restos de armamentos, ropa, cercas, balas, todo lo cual hace sentir a uno que está en el centro mismo del combate. Realmente tenía deseos de saltar por el efecto tan favorable que hizo en mí; tomé unas transparencias, con la esperanza de que salga un poquito de esta maravilla. Después pasamos a otra galería semejante a la primera, también con cuadros que me gustaron mucho y salimos de allí.
Entonces nos dirigimos a "kafe" de autoservicio, en el cual tomamos un bocadillo y de allí en trolebús, nos dirigimos a la famosa galería Tritivovskaia (xxxxxxxxx ruso), en la cual estuvimos dos horas y media admirando la obra de los pintores rusos, sobre todo pre-revolucionarios, como Ubarob, Ze (estas dos palabras contienen caracteres rusos), y ¡tantos otros!; me gustaron mucho algunos de estos cuadros, pero el que más me impresionó es el que representa a Ivan el Terrible dando muerte a su hijo, pues es hasta morboso, por el realismo del mirable con que está hecho; esos ojos de Iván son para no olvidarse nunca de éllos.
Acerca de este cuadro y sus efectos, me platicó Tamara que un individuo no soportó la impresión y rompió la tela, junto con el cristal que la cubre, tardándose cerca de un año en restaurar la pintura. De los cuadros de pintores contemporáneos, francamente ninguno me causó un entusiasmo exagerado.
Bueno, salimos de allí y nos dirigimos a nuestros respectivos alojamientos, claro está que yo les agradecí debidamente la atinada elección de los sitios a visitar y todas sus amabilidades a los esposos Cxxxxx.
Llegué al hotel y me subí a mi cuarto; después me aburrí y salí al corredor, donde una joven estaba escuchando la radio; sin más ni más me apersoné junto a ella y nos pusimos a charlar en ruso, un largo rato; después me despedí de ella como a las 23:45 y en eso mi amigo de Leningrado se presentó y me invitó a su habitación, en la cual ya estaban varios amigos y amigas suyos; con todos ellos me puse a platicar y resultó un estudiante de canto uno de dichos muchachos; cantamos hasta las 1:00hrs, hora a la cuál llamaron de la administración del hotel para mandarnos a dormir.
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